Por el interior del ojo circula un líquido transparente que se encarga de la nutrición de las estructuras intraoculares,entre otras funciones.Este fluido,llamado humor acuoso, es mantenido por un sistema de producción y evacuación que debe estar equilibrado para poder mantener niveles de presión intraocular dentro de cifras normales, lo que permite que el ojo tenga cierta consistencia.
Si el ojo empieza a producir mucho líquido, o bien tiene dificultad en el desagüe, la presión intraocular aumenta. Como el ojo es una estructura rígida, ese aumento de la tensión se transmite al punto más débil que es el nervio óptico empezando a dañarlo.
El daño al principio afecta a la visión periférica, es decir la de los lados o el mirar de “reojo”, por lo que sólo se detecta mediante una prueba llamada campimetría. Si el daño persiste irán despareciendo más fibras nerviosas y perderá más campo visual, hasta que llegue al centro de la visión de manera irreversible. Es por eso que se llama “la ceguera silenciosa”.
Con menos frecuencia se puede producir un daño glaucomatoso con cifras normales de presión intraocular. Esto se produce en determinadas enfermedades vasculares generales que no nutren bien el nervio óptico, el cual se debilita y es incapaz de soportar una cifra normal de presión.
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Autor: Fernando Soler
• Oftalmólogo y Doctor en Medicina y Cirugía.
• Director de Innova Ocular Clínica Dr. Soler en Elche.
• Presidente de la Fundación Dr. Soler.
• Director de FacoElche.
• Ex – presidente del Grupo Innova Ocular
• Jefe de Servicio en excedencia del Hospital General Universitario de Elche.