A los ilicitanos nos encantan nuestras palmeras, uno de nuestros Patrimonios de la Humanidad (además del Misteri). Siempre hemos admirado las palmeras altas, ver como se cimbrean con el viento en una especie de péndulo natural. “Alto soy de mirar a las palmeras” nos decía Miguel Hernández, el poeta. Una de ellas, la más alta de Elche y conocida como “La Golondrina” se nos está muriendo.
VisitElche, nuestra Agencia Local de Turismo, ha editado una guía para visitar las palmeras singulares en una ruta de hora y media por el Palmeral para contemplar ejemplares únicos como «El Tornillo» o «La Pipa real».
Sin embargo una muy singular como es La Golondrina agoniza ante nosotros. Ubicada en el Parque Municipal, casi lindante con el Hort del Xocolater, 200 años de existencia llaman a su fin.
Podría ser por vejez y altura que se haya agotado, pero lo más probable es que sea una víctima más del “picudo rojo”, ese escarabajo inmundo que nos lleva amargando tiempo y al que ya le dedicamos una entrada en el Blog de Ojos. Pensábamos que no podría volar tan alto, que nuestros majestuosos centinelas estarían indemnes y vemos que no ha sido así.
Con esta plaga, las palmeras pierden alegría, sus palmas van como enmudeciendo y cayendo sobre el tronco del que se elevaban como una corona imperial. Por su mala suerte además he descubierto algo nuevo y es que no se cimbrea. El viento la mueve poco pues sus palmas gachas y resecas no hacen de vela para que baile la palmera.
Una lástima y una llamada de atención. Rememorando un famoso mensaje podemos decir que “Cuando una palmera se muere, algo nuestro se muere”. Y si además es una palmera singular, el dolor es mayor. ¿Es esto lo que el Destino tiene preparado para nuestro palmeral?
Autor: Fernando Soler
• Oftalmólogo y Doctor en Medicina y Cirugía.
• Director de Innova Ocular Clínica Dr. Soler en Elche.
• Presidente de la Fundación Dr. Soler.
• Director de FacoElche.
• Ex – presidente del Grupo Innova Ocular
• Jefe de Servicio en excedencia del Hospital General Universitario de Elche.