Aquello que nos destruye de algún modo nos hace más fuertes, si me permitís variar un poco la frase de la original. Todos hemos sido derrotados alguna vez. Y, sin duda, lo volveremos a ser en el futuro. Es ley de vida. Incluso en situaciones tan triviales como una discusión, un juego de mesa o incluso una apuesta. La derrota es algo a lo que tarde o temprano todo ser humano se enfrenta. Lo importante, frente a ella, es la actitud. No hay que venirse abajo ni permitir que el ánimo decaiga, hay que seguir adelante y afrontarla para crecer. Las derrotas enseñan, iluminan. Es en esos momentos cuando nos descubrimos, nos conocemos y, también, conocemos a los demás. La positividad siempre debe estar presente. De todo lo malo se puede sacar algo bueno, solo hay que saber verlo.
Nuestros ojos, siempre atentos para reflejar nuestras emociones, deben permanecer impasibles y reconstruirse tras una derrota, denotar entereza, y para ello, deben recomponerse, al igual que el alma, del duro golpe que supone, aunque sea una nimiedad, el hecho de ser derrotados en algo. Reconozcamos que a ninguno nos gusta por muy trivial que sea lo que nos jugábamos.
Si bien, es cierto que, aunque se debe plantar cara y luchar hasta el final, también hay que saber cuándo hay que ceder, retirarse para no destruir o destruirnos. En esta fotografía observamos la derrota, una derrota profunda de aquellos que no supieron contenerse a tiempo. Dicen que una retirada a tiempo es una victoria. Puede que, en caliente, no lo podamos ver, pero a veces es mejor reflexionar antes de actuar, ya que si no podemos hacer eso, difícilmente podremos hacer frente a una derrota posterior.
SE TE NOTA EN LA MIRADA
Autor: Laura Molina Hurtado
• Graduada en Periodismo por la Universidad Miguel Hernández de Elche
• Miembro del Equipo de comunicación de FacoElche 2014
• Jefa de Prensa SECOIR 2014