El shock neurótico era la reacción de los soldados en la I Guerra Mundial al trauma de la batalla. Ha sido descrita como una reacción a la intensidad de los bombardeos y de los combates que producía la aparición de impotencias tan variadas como el pánico, la huida, la incapacidad para razonar, dormir, andar o hablar. En pocas palabras, incluso el soldado más obediente cuando tenía suficientes proyectiles cayendo sobre él, sin ningún medio para defenderse, normalmente perdía todo el autocontrol.
Una mirada puede decir mucho. Más que cientos de palabras. Puede comunicar a dos personas con complicidad, puede mostrar sentimientos, esconderlos. Una mirada puede amar, puede odiar, asustar, enamorar. Las miradas conectan. Unen. Y, aunque no queramos, muestran nuestro estado de ánimo. Son el reflejo de lo que sentimos y queremos. En ocasiones, de lo que nos hemos convertido.
Esta fotografía me rompe el corazón. Me asusta. Me perturba. Porque con un solo vistazo a los ojos de este hombre se puede ver la crudeza de una guerra y en lo que derivan los horrores que van implícitos en ella. El ser humano tiene un límite ante situaciones de tensión y una vez la sobrepasamos o, por el contrario, nos sobrepasan, no hay vuelta atrás. Eso queda grabado en nuestra mente y como consecuencia, reflejado en nuestros ojos.
SE TE NOTA EN LA MIRADA
Autor: Laura Molina Hurtado
• Graduada en Periodismo por la Universidad Miguel Hernández de Elche
• Miembro del Equipo de comunicación de FacoElche 2014
• Jefa de Prensa SECOIR 2014
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