Este año (como todos los años), el 14 de febrero, todos los enamorados andarán por ahí haciéndose regalos y felicitándose por San Valentín (y muchos olvidarán que es el santo de nuestro compañero Valentín) (¡Felicidades Valentín!). Por otro lado, muchos otros se revelarán contra este día pensando que la fiesta de San Valentín es una fiesta creada por El Corte Inglés para conseguir grandes beneficios aprovechándose de los ingenuos enamorados…
Pues bien; por un lado sí es cierto que se aprovechan de los ingenuos enamorados para recaudar fondos; pero lo cierto es que el origen de esta festividad es muy muy anterior.
De hecho, se remonta a la antigua Roma.
Los antiguos romanos, celebraban el 15 de febrero las Lupercales.
Para aquella celebración, se elegía un grupo especial de sacerdotes adolescentes (los Lupercos) que se reunían el 15 de febrero en la gruta del Lupercal (donde se suponía que una loba amamantó a Rómulo y Remo); allí, sacrificaban a un perro y a un macho cabrío, se uncían la frente con su sangre y les cortaban la piel a tiras construyendo una especie de látigos a los que llamaban «februa» (de ahí procede posiblemente el nombre del mes febrero) y salían al monte desnudos a golpear con sus “februa” a las mujeres también semidesnudas.
Para las mujeres, este rito aumentaba su fertilidad poniéndole las carnes de color púrpura. Éste color representó a las prostitutas de la época, en particular las que ejercían la prostitución sagrada con los lupercos en el Ara Máxima (gran altar de Hercules en Roma), también llamadas lupas o lobas. Hoy en día es color representativo del feminismo. Este rito se mantuvo en tiempos de la Roma pagana.
Por otro lado, en el siglo tercero, el emperador Claudio III ordenó a todos los cristianos adorar a los dioses y abandonar su creencia monoteísta. Por aquel entonces, los soldados tenían prohibido casarse, ya que se pensaba que solteros rendían más en el campo de batalla. Un sacerdote católico llamado Valentino, ante tamaña injusticia, se dedicó a casar a las parejas bajo el rito cristiano a escondidas de los romanos. Evidentemente, esto llegó finalmente a oídos del emperador al que no le gustó que le contradijeran y Valentino fue encarcelado.
El carcelero de Valentino se llamaba Asterius y tenía una hija ciega que se llamaba Julia. Asterius pidió a Valentino que le diera clases a su hija; y Valentino accedió. Clase tras clase, el amor acabó prendiendo los corazones del joven Valentino y la bella Julia.
Valentino fue ejecutado el 14 de febrero de 270 cerca de la puerta que luego se llamó “Puerta de Valentino” para honrar su memoria. Fue enterrado en la que es hoy la Iglesia de Praxedes en Roma. Antes de ser ejecutado, Valentino dejó una carta a su amada; en el sobre ponía: “De tu Valentino” (y no, no se sabe lo que ponía en el interior panda de cotillas). Cuenta la leyenda que Julia plantó un Almendro de flores rosadas junto a su tumba. Hoy, el árbol de almendras es un símbolo de amor y amistad duraderos.
En el año 494, el papa Gelasio I prohibió y condenó la celebración de las Lupercales (fiesta pagana que inducía a la fornicación y la fertilidad sin nada de romanticismo), y la sustituyó por una procesión de candelas que se celebraba el 14 de febrero en honor del mártir Valentín.
La fiesta del día de San Valentín, no se introdujo en España hasta mediados del siglo XX, y sí, esta vez sí fue El Corte Inglés quien lo hizo con el único objetivo de incentivar la compra de regalos; las tiendas americanas se le habían adelantado, ya que esta festividad existe en los Estados Unidos de América desde el siglo XIX (cuando lo introdujeron los británicos)
El cuerpo de San Valentín se conserva actualmente en la Basílica de su mismo nombre que está situada en la ciudad italiana de Terni. Cada 14 de febrero se celebra en este templo un acto de compromiso por parte de diferentes parejas que quieren unirse en matrimonio al año siguiente.
¡Feliz San Valentín!
Imagen de portada: RDNE Stock project en Pexels.com