El otro día, en la clínica surgió la discusión: Si las estrellas son cuerpos incandescentes como el sol, ¿por qué las vemos estrelladas y no como puntos de luz que es realmente como son?
La respuesta oficial la dio Helmholtz, médico y físico alemán del siglo XIX. Según él la causa de esto se encuentra en el cristalino, cuyas fibras están dispuestas radialmente en seis direcciones. Los rayos de luz que parecen salir de los puntos luminosos lejanos, como por ejemplo, de las estrellas, o de fuegos lejanos, no son más que una manifestación de la estructura radiada del cristalino.
Un compañero comentó que había astrólogos que afirmaban ver las estrellas como puntos de luz y no como estrellas, y que probablemente ello se debía a una mayor transparencia en su cristalino que les causaban menos aberraciones.
Bueno; pues yo tengo otra teoría, que si bien es muy mía y no se puede demostrar, también (y probablemente por el hecho de ser muy mía), es la que más me gusta, y es que con frecuencia olvidamos que en realidad vemos con el cerebro; los ojos no son más que meros instrumentos que captan imágenes que son transportadas y luego analizadas por nuestras mentes.
Y bien, ¿y si el cerebro de la mayoría de los mortales no considerara importante el cambiar esa forma estrellada por meros puntos de luz? Es más: ¿y si la mayoría de los mortales considerara más bonita y más romántica esa forma estrellada de las estrellas?
Leonardo Da Vinci, hace 400 años describió que había formas de corregir esa aberración de nuestro cristalino y sugería dos maneras de hacerlo, por un lado mirando las estrellas a través de un telescopio.
Pero también sugería el mirarlas a través de un agujero estenopeico, es decir, a través de un agujero tan pequeñito que disminuyera la superficie del cristalino a través de la cual pasarían los rayos de luz, minimizando de esta forma esas distorsiones.
Pero, yo no estoy interesado en corregir esa aberración. Por lo que a mí respecta, prefiero seguir viviendo noches estrelladas, atardeceres rojos, lunas plateadas y noches de blanco satén.
Autor: José Samper Giménez
• Licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad de Alicante
• Oftalmólogo de la Clínica Oftalmológica Dr. Soler
• Oftalmólogo del Hospital General Universitario de Elche
• Colaborador en ONGD Anawim.
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