Al igual que ocurre con una cámara fotográfica, donde la imagen se forma en la película (ya sea química o digital) invertida (arriba-abajo e izquierda-derecha), en el ojo ocurre lo mismo con la imagen formada en la retina, que es la “película” natural de este. Debido a que el soporte de las fotos clásicas, o sea el papel, no tiene referencias espaciales hasta que no tiene la imagen “impresa”, y que esta puede ser girada por nosotros en el momento de verla, esto ha carecido de absoluta importancia siempre.
En las fotos digitales es el propio software de la maquina el que se encarga de invertirla automáticamente para que nosotros la veamos derecha, bien en la pantalla LCD, en el ordenador, o en el soporte digital usado después.
Algunos instrumentos ópticos como el telescopio de aficionado producen, también de forma natural, una imagen totalmente invertida (o invertida derecha-izquierda) lo que también carece de importancia, pues en los objetos astronómicos como las estrellas (que además son puntuales) o los planetas, las referencias espaciales de estas, al estar contra un fondo todo negro, no son un problema. No ocurre así con los prismáticos (que en realidad son dos telescopios pequeños juntos), ya que al usarse en observación terrestre, llevan un mecanismo óptico, los prismas (de donde les viene el nombre), cuya función es enderezar (o volver a invertir) la imagen, para que el horizonte este abajo, y el cielo arriba, de forma que no veamos el mundo al revés.
En el caso del ojo la imagen formada en la retina boca abajo “viaja” a través del nervio óptico hasta las partes del cerebro donde es procesada la información visual y donde se produce la percepción. Ésta, de acuerdo con la experiencia de la realidad que nos han dado los demás sentidos desde el nacimiento, nos muestra la imagen percibida ya como derecha. Es decir, no vemos con los ojos sino con el cerebro. Prueba de esto es un experimento en el que se les coloco a unos sujetos unas gafas especiales que invertían las imágenes, después de un cierto tiempo de llevarlas sin quitárselas volvieron a ver el mundo al derecho, viéndolo invertido de nuevo al quitárselas.
Kepler llegó a decir que “el alma enderezaba la imagen”, y llevaba mucha razón…
Autor: Valentín Díaz
• Diplomado en óptica por la UCM
• Especialista en optometría clínica, sección cirugía refractiva
• Optometrista en la Clínica Oftalmológica Dr. Soler
• «Escudriño el cielo siempre que puedo»
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